Sarandi Grande aglomeracionPor Alberto Javier Mazza La violencia desatada en Sarandí Grande no es novedad, ya sucedió y sucede en la ciudad de Florida. Hasta ahora faltaba la agresión hacia la policía y las balas de goma. Da la sensación que la violencia social se agrava o al menos eso aparenta, con las medidas de aislamiento social que impiden la concreción de actividades dentro de clubes o similares y por lo tanto se dispersan en los espacios públicos.

La sorpresa no debería ser tal, menos porque existía un alerta ciudadana sobre la preocupación que generaba la aglomeración de jóvenes en el centro de la ciudad de Sarandí Grande.

¿Cómo se ha comportado este sector de la población floridense?

Los momentos de ocio en la juventud han llevado, por ejemplo, a que en la capital del departamento se compartiera en espacio en el Prado de la Piedra Alta, se extendieran a la Plaza de la Bandera y de allí hacia la ruta, frente al ex Vivero Municipal o como popularmente se le conoce ‘Rincón de los machetes’, pues allí los floridenses estacionan sus vehículos y se dedican a ver cómo transitan otros vehículos sobre la ruta 5 consumiendo panificados y tomando mate.

Por la tarde noche, el paisaje cambia y llegan grupos de jóvenes con su música, en ocasiones con bebidas alcohólicas, y aisladamente se genera alguna trifulca. La más notoria fue en mayo y en una crónica del portal Floridadiario se indicaba que de acuerdo a las imágenes que circularon por las redes, varios jóvenes y en diferentes tumultos, generalizaron después enfrentamientos entre sí mientras que otros intentan separar y calmar la situación. Fuentes policiales indicaron que en varias oportunidades se ha disuadido la presencia de los jóvenes en el lugar pero, incluso los mismos jóvenes concurrentes, reconocen que “no se hace mucho caso y vuelven a ir”.

“Es cierto. La Policía nos corre. Se va todo el mundo, pero después vuelven”

En Sarandí Grande, los jóvenes tienen menos alternativas con espacios comunes que estén alejados de la planta urbana. Primero se reunían en la Plaza Gallinal, pero como estaba escasamente iluminada se trasladaron hacia la Plaza Pisón por un corto tiempo hasta que lentamente se fue “poblando” el centro de la ciudad.

Los jóvenes de Sarandí al igual que los de Florida se reúnen acompañados de música y en algunos casos de bebidas alcohólicas, como lo hacen la mayoría de los grupos de esta franja etaria que se congregan a socializar.

La suma de esta costumbre con algunos hechos aislados que implican destrozos, ruidos molestos, generación de basura, y hasta actos escatológicos, llevó al límite la paciencia de vecinos y comerciantes.

La laxitud con la que se mide la emergencia sanitaria forma parte también de este tipo de acontecimientos que se potencian cuando se reprime a un grupo social.

Por un lado no tienen dónde ir, no se fiscalizan las aglomeraciones pues no están prohibidas al aire libre, y si bien el espacio público está pensado para socializar debe realizarse ordenadamente.

En este sentido tras el reclamo de “vecinos y comerciantes” el viernes 31 se realizó, según informó la Policía, un operativo, documentando a más de un centenar de personas con quienes se habló sobre la importancia del cuidado de los espacios públicos, la convivencia ciudadana, la higiene del lugar, la exhortación por ruidos molestos y la aplicación del Decreto 93/2020 sobre evitar aglomeraciones ante la emergencia sanitaria.

Además se fiscalizó la venta y suministro de bebidas alcohólicas entre las 00:00 y 06:00 horas, así como también controles vehiculares.

El sábado documentaron más de 200 personas y se incautó una moto, y en la madrugada estalló con “más de 300 personas” en el lugar “haciendo total caso omiso a las advertencias” de la policía.

Según la información oficial hubo una riña entre grupos de jóvenes llevando a una intervención policial, producto de la cual agreden verbalmente y arrojando envases de cerveza, llegando a impactar en un vehículo policial. La agresión física llegó hasta el propio encargado de la Seccional 4ª.

Derivó en una mayor presión de la policía para ordenar la situación efectuándose disparos con munición no letal, sin lesionados.

Es la primera vez que se utilizan las balas de goma para disuadir una situación compleja que al momento también resulta inédita.

Más allá de la conclusión en cuanto a que la actitud de los agresores se deba a la ingesta de bebidas alcohólicas y a una tensión personal descontrolada, no hay reporte de encontrar jóvenes bajo los efectos de otras sustancias.

No son hechos aislados, suceden también en Florida, suceden en otros sectores de la sociedad.

Vivimos en el círculo vicioso de la violencia.

Violencia a los niños, violencia a las mujeres, violencia a los adultos mayores, violencia en el tránsito, violencia en la discriminación y en los espacios públicos.

Esta vez las balas de goma disuadieron a los jóvenes alterados, pero no borran la violencia social que nos afecta.

En tiempos de Emergencia Sanitaria, de pandemia por el coronavirus, prohibimos el cumpleaños de un niño, no dejamos trabajar a los que organizan celebraciones por más pequeñas que sean, tiene sus locales cerrados, le limitamos a los actores el escenario, las expresiones artísticas han sido dejadas de lado, perseguimos a los que realizan fiestas privadas porque se aglomera gente, se comunica oficialmente desde el MSP que “exhortamos a continuar con las medidas de higiene respiratoria, distanciamiento físico de 2 metros, evitar aglomeraciones, uso de mascarillas o tapabocas”.

Y sin embargo a la vista de todos se aglomeran periódicamente unas 300 personas en el centro de una ciudad que tiene poco más de 6000 habitantes, unos pocos se enfrentan a la Policía y éstos deben recurrir a la fuerza para vivir bajo la nueva anormalidad.